Alphonse B. Trellos

Nombre Completo:
Alphonse Bastiaan Arister Trellos

Edad:
25 años.

Apodos:
¿Te vale Al?

Nacionalidad:
Británico.

Nivel Socio-Económico:
Medio.

Ocupación:
Auror.

Varita mágica:
Madera de ciprés, flexible, 29 cm., núcleo de fibra de corazón de dragón.

Boggart:
La imagen consiste en verse a sí mismo como un anciano; sólo que no son las arrugas lo que le preocupan.

Patronus:
Caballo.

Altura:
1,86 m.

Raza:
Mago; sangre mestiza.

Color de ojos:
Avellana; una combinación de iris verde con marrón.

Color de Pelo:
Rubio; quizás algo oscuro.

Color de Piel:
Blanca.

Rasgos Significativos:
Tiene una fina cicatriz en el brazo, algo por debajo de la altura del hombro. ¿Qué cómo se la hizo? Bueno, digamos que cuando eres auror no deberías pararte tanto tiempo a pensar en un contraataque adecuado.

Vestimenta:
No es alguien que suela ir vestido por ahí de etiqueta: no tiene ni el dinero ni el interés para hacerlo. Suele optar por usar ropa algo suelta que le de cierta movilidad en caso de tener que actuar por alguna emergencia. Tiene cierta predilección por las camisas y las chaquetas.

Adicciones:
Quizás se pasa demasiado tiempo leyendo el periódico, pero eso es todo.

Defecto más grande:
Su orgullo tamaño familiar; ése que no le permite admitir sus errores y que en ocasiones lo convierte en un auténtico cabezota.

Mejor cualidad:
Su perseverancia y decisión, aquella tan difícil de destruir…hasta que flaquea.

Enfermedades Mentales:
Heredó la mala memoria de su madre; probablemente con el tiempo desarrolle el mismo Alzehimer que ella.

Fortalezas Emocionales:
Su sentido de la justicia; de lo correcto y lo incorrecto. Con seguridad siempre se ha equivocado en mas de una de sus ideas, pero si cree en algo mantendrá su postura hasta el final. En este caso, quizás su postura no esté tan errada.

Debilidades Emocionales:
La falta de “sentido común” de algunos grupos; trasladándolo a su trabajo se refiere a los puristas extremistas de la sangre como los mortífagos.

Creencias:
Al siempre ha creído que la única persona en que uno puede realmente confiar es en uno mismo, por la sencilla razón de que uno mismo no puede engañarse. Contrariando esta idea, últimamente no se ha podido fiar mucho de sí.

Personalidad:
Desde el principio Al tuvo que desarrollar un carácter algo independiente, convirtiéndose en el niño y a la vez en el hombre de la casa; el encargado de decirle a su madre dónde había dejado las llaves y de evitarle el máximo de problemas posibles. La vida no se le hacía desagradable, eso nunca, pero nunca podría estar exento de preocupaciones. Con el tiempo hasta los juegos como el Quiddicht se habían vuelto aburridos y los meses en Hogwarts tediosos; cosas que en más de una ocasión le habían obligado a adoptar un carácter huraño y hasta algo extraño para con sus pares. Quitando estos aspectos –que le hicieron poner los pelos de puntas en más de una ocasión- la ausencia de su padre nunca tuvo gran repercusión en él, al menos no concientemente.
Al suele tener una gran confianza en sí mismo, la cual busca proyectar continuamente para hacer sentir seguros a los demás y hasta a sí mismo; es del tipo de personas que de vez en cuando necesita del reconocimiento de los demás para saber quién es exactitud. Puede llegar a ser sumamente orgulloso en ocasiones, llegando a no admitir obviedades como sus errores o sentimientos, y esto lo convierte en un auténtico cabezota. Intentar hacerle ver un error equivale a dar vueltas una y otra vez alrededor de un círculo. Conforme ha pasado el tiempo su confianza a comenzado a menguar en ocasiones bajo la idea de padecer los mismos males que su madre en un futuro no tan lejano.
El plano afectivo no es su fuerte. Pocas personas han recibido el amor y afecto de Alphonse y aun muchas menos han sabido apreciarlo pues Al es una persona que sencillamente no puede explicarse a sí mismo con palabras en ocasiones: sus acciones hablan por él. Muchas veces se lo ha acusado de insensible –y la verdad es que algo de cierto hay en esa acusación- pero él no lo percibe de esta forma, para él las acciones de los hombres –y mujeres desde luego, sólo es una generalidad- son mucho más importantes que las palabras. Esta forma de “comunicarse” no le resultó la más beneficiosa del mundo pues en ocasiones sus acciones han sido demasiado sutiles como para ser percibidas y en otras tantas totalmente malinterpretadas. Sin embargo es demasiado inflexible al respecto, en especial si de admitir algo se trata.
Su sentido de la justicia suele mantenerse bien en alto, aunque también es cierto decir que en ocasiones sus propios motivos para actuar son puramente egoístas, actuando en más de una vez para beneficio de los intereses de sus seres queridos y, en segundo plano, de los suyos. No va a ocultarlo, si tiene que escoger entre salvar a su madre del ataque de los mortífagos o a la abuela de Don Manolo, escogerá a su madre. Sin embargo la conciencia del joven Trellos no es menos persistente que éste con sus arranques de “yo tengo la razón” y Al, a pesar de su fama de insensible y egocentrista, no podría hacer menos que proteger a los demás, sin distinciones. La idea de que su madre no es la única persona vulnerable es uno de los motivos por el cual Alphonse acabó por elegir la profesión de Auror, aunque no es el único.
Se dice que todos los hombres son en realidad unos niños grandes, lo cual es una generalidad totalmente errada y hasta algo ofensiva. Sin embargo, esta característica sí se cumple en Alphonse, que dicho sea de paso tampoco es una persona muy mayor a sus veinticinco años. Desde un principio, cuando era un estudiante en Hogwarts, la profesión le había llamado la atención. Volar, proteger a los indefensos, batirse en duelo contra otros magos y brujas… a sus catorce años eso le había sonado más como un juego muy divertido y desde entonces se había propuesto sacar buenas calificaciones para convertirse en un auror. Las cosas no habían resultado ni de lejos como él había esperado, cuatro años después, pero de todas formas su trabajo le agradaba y mucho. Por infantil que suene, Al puede seguir pensando de esa manera algo ingenua después de tantos años de vez en cuando y lo cierto es que hasta ha encontrado algo de divertido en su profesión, no sólo algo satisfactorio. A pesar de su edad, su puesto laboral y su vida –que no puede tomarse a la ligera- es capaz de encontrar lo bueno de la vida en las pequeñas cosas, divertirse con ellas y disfrutarlas.

Padres:
♀Letha Trellos; su madre. En su juventud fue una bruja normal, sin problemas aparentes a excepción de su carácter un tanto bipolar. Bruja mestiza, había contraído matrimonio con Bastiaan –de igual condición- a sus veintitantos años. La relación había sido feliz, al menos en un principio, pero con el tiempo el carácter de Letha se volvió más y más inestable y el deterioro fue inevitable. Siempre había deseado tener un niño y tras años de intentarlo lo consiguió. Quienes la conocieron en su estado de lucidez la describen como una bruja inteligente y trabajadora y una madre dedicada. Actualmente pasa sus días en San Mungo, compartiendo su habitación con una señora algo más mayor a quien llama Alphonse en ocasiones.
♂Bastiaan Arister; su padre. Se trata de un mago que en su juventud era sumamente orgulloso y que en su vejez no cambió demasiado; Alphonse ha heredado muchos de sus rasgos. No era alguien muy afectuoso y con el tiempo había llegado a tener sus arranques de ira, por lo que nadie se sintió realmente apenado cuando el hombre decidió abandonar a los Trellos, ni siquiera la propia Letha. Bastiaan comenzó una nueva vida al otro lado del charco, en donde logró hacerse con una nueva familia. Sólo ha mantenido correspondencia con una prima lejana en todos estos años, por lo que no se sabe con certeza qué ha sido de él.

Hermanos:
Tras marcharse a los Estados Unidos su padre, ya algo mayor, logró formar una nueva familia y con ello darle dos medios hermanos a Alphonse. Éste jamás se ha enterado de sus existencia pues la comunicación entre padre e hijo a sido –y probablemente seguirá siendo- nula. Al no sabe de la existencia de sus dos hermanos ni desea hacerlo.

Historia:
Letha Trellos siempre fue una bruja de un carácter un tanto especial, con una memoria por demás mala y un tanto desequilibrada en cuanto a sus emociones. Todo esto nunca cambió, ni siquiera ya cuando a sus treinticinco años dio a luz a su primer y último hijo, Alphonse, el fruto tardío del matrimonio Trellos… que se disolvió poco después del nacimiento del niño. Lejos de mejorar, el carácter de Letha se volvió más desesperante para su esposo Bastiaan, quien no lograba aceptar que la poca atención que su esposa pudiera dedicar a alguien no fuera para él. Valiéndose de esa excusa una noche armó su equipaje, utilizó un hechizo locomotor en él y a las pocas semanas se encontraba haciendo una nueva vida en América. Por supuesto el sólo nacimiento del niño no había desencadenado semejante crisis; el matrimonio se había desintegrado con el paso de los años y los silencios habían reemplazado a las discusiones: simplemente había sido la gota que rebalsó el baso. Poco tiempo después Alphonse dejó de apellidarse Arister, como su padre del cual nunca se volvió a saber mucho, y pasó a ser un Trellos más, como su madre.
Crecer sólo con su madre no fue algo desagradable, como muchos aventurarían a creer. Era diferente, en ocasiones debía recordarle a la mujer donde había guardado la cena y con el tiempo llegó a tener que recordarle que la varita mágica no tenía porqué guardarse en el váter, pero no era nada malo. Su madre le respondía con una sonrisa un tanto cómplice, como si lo hiciera a propósito para jugarle una broma a su hijo y todo seguía como si nada en la casa de los Trellos. Pero no era una broma.
En los años que Alphonse pasó en Hogwarts –en la casa de Gryffindor; no como su madre que había sido una buena Huffle ni como su padre, un astuto Sly- la memoria y la lucidez mental de la mujer se fue debilitando. Los años en Hogwarts habían sido de los más importantes en su vida, naturalmente, y habían transcurrido con la normalidad esperada –dadas las circunstancias, claro- y al acabar sus estudios allí pudo salir con las calificaciones necesarias para convertirse en auror…y con una mujer a la que cuidar algo más que desorientada. Los años siguientes fueron de lo más difíciles, pues a los entrenamientos como auror debía sumar la responsabilidad de cuidar a una mujer que ocasionalmente podía olvidar dónde estaba y qué hacía allí. Con el tiempo llegaría a olvidar hasta lo más esencial: a Alphonse.
Ya acabados sus entrenamientos y como un auror en toda regla, su escaso tiempo libre se escapa entre sus dos mayores prioridades: hacer su trabajo lo mejor posible y proteger a su madre. Es difícil decidir cuál de las dos opciones es la más simple de conseguir, pues los mortífagos no parecen estar dispuestos a darle ni un respiro al Ministerio y con ello a los aurores. Por otro lado su madre ha llegado a un punto en que su enfermedad, en sus pocos sesenta años de vida, le ha atrofiado totalmente su percepción de la realidad, llegando a no reconocer a su propio hijo y en ocasiones olvidar por completo que tiene uno. Decidirlo no fue una tarea fácil para Alphonse, quien por si fuera poco detesta que las situaciones se le escapen de las manos, pero no tuvo más alternativa que internar a su madre en San Mungo luego de un tiempo, invirtiendo ahora su poco tiempo libre en visitas al hospital mágico y convirtiendo la casa familiar en un auténtico vertedero, convirtiéndose así su trabajo en su único escape. Para empeorarlo todo, ha comenzado a olvidar la ubicación de ciertos objetos en su casa…aunque aun es muy temprano para que las varitas mágicas reposen en el váter.

Odios:
▪Que le contradigan.
▪Las injusticias.
▪Los mortífagos, obviamente.
▪Intenta disfrazarlocon falta de interés, pero lo cierto es que siente un gran desprecio hacia su padre. Por fortuna, jamás le ha puesto un rostro al nombre.

Gustos:
▫Las personas de carácter fuerte. Contrariando la premisa de “yo tengo la razón”, le agrada la idea de discutir con alguien…para probar que él tiene la razón, por supuesto.
▫Las actitudes sinceras y sencillas.
▫Leer el periódico; podría pasarse horas pasando página por página leyéndolo todo.
▫Las mujeres, naturalmente. Suele buscar algo más en ellas, ese carácter desafiante que tanto le agrada o cuando menos algo de extravagancia.

Manías:
Suele mirar dos veces el lugar donde deja algo, sólo para recordárselo una vez más.

Spoiler: